jueves, 28 de mayo de 2009

EL PELIGRO DE LAS TRES " T "

CRISTO: PODER Y SABIDURÍA DE DIOS
TOMO LA ESPADA DEL ESPÍRITU SANTO QUE ES LA PALABRA DE DIOS

LÉALA PARA SER SABIO, CRÉALA PARA SER SALVO Y PRACTÍQUELA PARA SER SANTO.


HOY APRENDI !
QUE EL CONOCIMIENTO MAS GRANDE ES : DIOS !

DERRIBANDO ARGUMENTOS Y TODA ALTIVEZ QUE SE LEVANTE CONTRA EL CONOCIMIENTO DE DIOS, Y LLEVANDO CAUTIVO TODO PENSAMIENTO A LA OBEDIENCIA EN CRISTO, Y ESTANDO PRONTOS PARA CASTIGAR TODA DESOBEDIENCIA, CUANDO VUESTRA OBEDIENCIA SEA PERFECTA.
2 CORINTIOS 10:5,6



EL PELIGRO DE LA TRES "T"



INTRODUCCION:
(TITO: 2:11-13)
HAY TRES MEDIOS DE ACERCARSE A DIOS QUE CORRESPONDEN A TRES EPOCAS, EDADES O MUNDOS EN SU REVELACION:

. LA EPOCA DE LA CONCIENCIA, QUE DURO DESDE ADAN A MOISES: 2,500 AÑOS
. LAS EPOCA DE LA LEY, QUE DURO DESDE MOISES HASTA CRISTO: 1,500 AÑOS...
RECORDEMOS QUE EL FIN DE LA LEY ES CRISTO.
. LA EPOCA DE LA GRACIA, QUE DURO DESDE CRISTO HASTA SU SEGUNDA VENIDA.

1. DESPUES DE LA CAIDA , LOS HOMBRES NO TENIAN BIBLIA, NI IGLESIA, SINO SOLO EL RECUERDO DE DIOS Y DEL EDEN Y LA CONCIENCIA QUE DIOS PUSO EN TODOS LOS SERES HUMANOS, PERO NO ERA GUIA SEGURA AL PASAR LOS AÑOS, PUES LA CONCIENCIA PUEDE SER DEFORMADA POR LA EDUCACION.
( EJEMPLO: LA BRUJULA, QUE MARCA DE SU NATURAL AL NORTE, ECEPTO CUANDO ESTA CERCA DE ALGUN OBJETO DE HIERRO QUE LA DESVIA).
2. ENTONCES VINO LA LEY DEL SINAI, CUYA PERFECCION ES INNEGABLE PARA TODOS LOS HOMBRES; PERO LA LEY CUANDO NO MEJORA, EMPEORA, HIZO EL PECADO SOBREMANERA PECANTE, EN LUGAR DE JUSTOS, HIZO FARICEOS....

A. LOS PAGANOS, LOS CHINOS, LOS COREANOS, LOS INDIOS ETC, ESTAN BAJO LA CONCIENCIA.
B.- LOS JUDIOS ESTAN AUN BAJO LA LEY.
C.- LOS MAHOMETANOS, QUE SON CENTENAR DE MILLONES, ESTAN EN CIERTO SENTIDO BAJO LA LEY, PERO DEFORMADA POR MAHOMA. TIENEN TEMOR DE DIOS, PERO NO CONFORME A CIENCIA, COMO DICE PABLO.

3. DIOS IDEO UN TERCER MEDIO MAS EFICAZ QUE EL IMPULSO INTERIOR Y QUE EL TEMOR A LA LEY;
LA GRACIA !
LOS CRISTIANOS ESTAMOS BAJO ESTE REGIMEN ¿ QUE SIGNIFICA ?
GRACIA ES FAVOR INMERECIDO.
LOS MENDIGOS DE ANTAÑO DECIAN: UNA GRACIA DE CARIDAD, GRACIA INFIMA QUE SOLO PODIA DURAR PARA UN DIA O PARTE DE UNA COMIDA. PERO HAY UNA GRACIA ! INMENSA QUE VALE MAS QUE MILLONES Y ES PARA MILES DE MILLONES, EL MUNDO ENTERO; LA GRACIA DE DIOS , COMO DICE PABLO EL DON INEFABLE !



EL PELIGRO DE LAS TRES "T"
El judaísmo es, sin duda, la mejor religión sin Cristo. Como religión, se basa en tres pilares: la Torá, el templo y el Talmud. Toda religión tiene su propio libro sagrado, su lugar santo y su cuerpo de tradiciones. ¿Es así también con su religión?
Quisiera, con la ayuda del Señor esta mañana, compartir algo que he titulado "El peligro de las tres T".

Hay tres palabras que empiezan con la letra T, y sobre esas tres palabras quisiéramos compartir, para ver qué relación tienen, de qué manera obstruyen o favorecen la fe cristiana, la figura del Señor Jesucristo. Dos de estas tres palabras son palabras judías. Ustedes conocen algo de los judíos. La religión judía tiene tres grandes pilares, y aquí vienen las tres T:
La Torá, es decir, la Ley, TORAH EN EL HEBREO QUE SIGNIFICA; INSTRUCCION, DIRECCION, ORIENTACION; PERO SE DESVIRTIO EN UN CUERPO EXTERNO DE REGLAMENTOS, POR TANTO SE CONVIRTIO EN UNA CARGA, EN VEZ DE UN PODER LIBERADOR Y ORIENTADOR.

LA BIBLIA CONTIENE LA MENTE DE DIOS, EL ESTADO DEL HOMBRE, EL CAMINO DE SALVACION, LA CONDENACION DE LOS PECADORES, Y LA FELICIDAD DE LOS CREYENTES. SUS DOCTRINAS SON SANTAS, SUS PRECEPTOS COMPROMETIDOS, SUS HISTORIAS VERDADERAS, Y SUS DECISIONES INMUTABLES. ES DADA EN VIDA Y SERA ABIERTA EN EL DIA DEL JUICIO; EN EL DIA DEL DIOS SANTO Y TERRIBLE.
LEELA PARA SER SABIO, CREELA PARA SER SALVO, Y PRACTICALA PARA SER SANTO. LA BIBLIA ES: LA ESPADA DEL SOLDADO;
DICE LA BIBLIA : REVESTIOS DE LUZ ! COMO EL SOLDADO SE REVISTE DE SUS ARMAS !

el Templo de Jerusalén, el lugar donde Dios habitaba.
LA BIBLIA DICE: NO SABEIS QUE SOIS TEMPLO DE DIOS, Y QUE EL ESPIRITU DE DIOS MORA EN VOSOTROS ! SI ALGUNO DESTRUYE EL TEMPLO, DIOS LE DESTRUIRA A EL; PORQUE EL TEMPLO DE DIOS, EL CUAL SOIS VOSOTROS SANTO ES !
y el Talmud. Los pilares de toda religión:
es decir las TRADICIONES DE LOS HOMBRES ! DICE LA BIBLIA: ESTE PUEBLO DE LABIOS ME HONRA ENSEÑANDO MANDAMIENTOS DE HOMBRES Y AFERREANDOSE A SUS TRADICIONES.

La Torá, el Templo y el Talmud. Sobre eso quisiéramos hablar un poco. Así como la religión judía tiene una Torá, tiene templo (o aspira a tenerlo en este momento), y tiene un Talmud, así también la mayoría de las religiones que hay en el mundo tienen su propia Torá, su propio templo y su propio Talmud. Incluso la religión cristiana.
Nosotros decimos que las religiones no salvan. La religión cristiana tampoco salva. (Queremos dejarlo muy claro, porque hay entre nosotros hermanos nuevos y otros que se están acercando, y es bueno que desde el comienzo la fe en el Señor Jesucristo sea una fe sana, una fe pura, una fe que no tenga otros apoyos, que no tenga muletas, que sea una fe precisa, una fe clara, centrada exclusivamente en el Señor Jesucristo).
Cuando el Señor Jesús vino, se encontró - ustedes deben recordar, los que conocen las Escrituras-, se encontró con un Israel que estaba aferrado a estas tres cosas: a la Torá, al templo y al Talmud. Estos constituían su gloria; eran sus pilares, sus fundamentos.

El peligro con la "Torá"
Como dijimos, la Torá es la Ley, la Ley de Moisés. Los judíos eran expertos conocedores de la ley. Ellos habían encontrado que en la ley había como seiscientos y tantos mandamientos (613 específicamente); los habían contado y los memorizaban. Ellos los enseñaban a sus niños. En las escuelas judías, los niños tenían que memorizar largos pasajes de la Ley. Sin embargo, ellos cometieron un un error: ellos tomaron ese libro sagrado y lo levantaron tan arriba, que lo convirtieron en una especie de fetiche, en un ídolo. Para ellos, lo que Moisés enseñó era sagrado. (Cuando el corazón del hombre se vuelve religioso, las Sagradas Escrituras pueden convertirse en un fetiche).
Las Sagradas Escrituras son un libro precioso. Hay ahí ochocientas, o mil páginas, que desafían el ingenio de los estudiosos. Así como hay expertos en obras literarias (como el Quijote, por ejemplo), que se pasan toda la vida estudiándolas, hay eruditos, grandes teólogos, que hacen lo mismo con este Libro. Aquí hay profecías, hay misterios, hay cosas ocultas que a todos ellos les gustaría desentrañar. Muchos teólogos cuando, después de estudiar este Libro, encuentran cierta luz, escriben un libro, lo publican, o siendo doctores de la ley, ellos enseñan en las grandes instituciones teológicas. Y al final, las Sagradas Escrituras se transforman en un objeto de atracción, en un fin en sí mismas. Eso es lo peligroso.
Nosotros sabemos que las Sagradas Escrituras tienen un lugar importante en la vida de un cristiano. Sin embargo, tenemos que delimitar esa importancia, tenemos que precisar cuál es la función que cumplen, para que no nos ocurra lo que a los judíos les ocurrió: que ellos eran conocedores al dedillo del Libro; sin embargo, habiendo estudiado las profecías desde Moisés, los salmos, los profetas, cuando se encontraron cara a cara con la Persona de quien hablaban las Escrituras, no lo supieron reconocer. ¡Vean qué tragedia! ¡Haber estudiado el Libro por siglos, y cuando llega la hora de la verdad, no supieron aplicar lo que habían aprendido!
Leamos, por favor, en el evangelio de Juan 5:39-40. Dice el Señor aquí -está hablando con los judíos-: "Escudriñad las Escrituras..." Pareciera ser que la traducción más correcta debiera decir: "Escudriñáis las Escrituras..." Tengo acá la NVI (Nueva Versión Internacional), que traduce: "Ustedes estudian con diligencia las Escrituras, porque piensan que en ellas hallan la vida eterna..."
Bueno, la Reina-Valera dice: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que ellas tenéis la vida eterna". Aquí en estas palabras del Señor se revela cuál era el problema que tenían los judíos. Si leemos esta frase en términos más sencillos, lo podemos decir así: "Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas la vida eterna".
Hay un problema ahí. Cuando se estudia la Biblia pensando que en la Biblia está la vida eterna, hay un problema, porque en la Biblia no está la vida eterna. El Señor Jesús se lo dijo claramente a los judíos. En el verso 40 dice: "... y no queréis venir a mí, para que tengáis vida". ¿Se fijan que el Señor cambia el foco de atención: "No en las Escrituras, sino en mí". ¡Aleluya! ¿Podemos afirmar eso nosotros también hoy? ¿Podemos decir que en las Escrituras no está la vida eterna? ¿Y que sí está en el Señor Jesucristo? (¡Amén!). ¡Aleluya, lo podemos afirmar! ¡En la Biblia no está la vida eterna; sí está en el Señor Jesucristo!
Pero los judíos no lo habían visto. Ellos pensaban erróneamente. Y luego, en esa frase que yo me salté aquí en el 39, está el verdadero sentido y la razón de ser de las Escrituras. ¿Por qué existen las Sagradas Escrituras? "...porque ellas son las que dan testimonio de mí" -dijo él. Nosotros decimos: "Amén". Todo el valor de este libro, amados hermanos, hermanos nuevos, es que aquí se da testimonio del Señor Jesucristo.
Un peligro complementario
Pero, cuidado, que todavía hay un peligro. Otro peligro. Dijimos que los judíos conocían el Libro de principio a fin, y que, sin embargo, no supieron discernir la persona de Jesucristo. Esto también puede ocurrir a los cristianos, que conociendo el Libro no conozcan al Señor Jesucristo. Por tanto, ¿qué necesitamos para entender bien este Libro? ¿Bastará la mente? ¿Bastará un estudio bíblico? ¿Bastará estudiar con tener grandes maestros, grandes teólogos, o con ir a un buen Seminario? ¿Será suficiente eso? No, hay algo más que se necesita para escapar del peligro de la primera T, la Torá.
En Efesios 1:17, encontramos la solución: "...para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él". Aquí en Efesios encontramos a Pablo orando para que el Padre de gloria les dé a los hermanos de Éfeso, a la iglesia en Éfeso, algo que era fundamental para poder conocer a Jesucristo y conocer los misterios de Cristo. ¿Qué es eso? ¡Ustedes ya lo encontraron! ¿Qué se necesita? ¡Espíritu de sabiduría y de revelación! ¿Nosotros creemos que este libro fue inspirado por el Espíritu Santo? ¡Amén, lo creemos, totalmente inspirado por el Espíritu Santo! Por tanto, el único que puede abrir la mente, el entendimiento de los hombres para conocer lo que él mismo puso aquí, es el Espíritu Santo.
¿Recuerdan cuando el Señor les abrió el entendimiento a los discípulos después de la resurrección, para que entendieran las Escrituras? Lo que por años habían estado escuchando en las sinagogas como una enseñanza respecto del Mesías, recién allí lo pudieron entender. El "Espíritu de sabiduría y de revelación" es el que abre el entendimiento para conocer a Jesús, y para conocer las Escrituras.
¿Se han dado cuenta ustedes, amados hermanos, que puede haber un hermano sencillo, sin educación prácticamente, o un hermano nuevo, que puede entender más espiritualmente las Escrituras que un cristiano antiguo, pero que nunca ha sido tocado por el espíritu de sabiduría y de revelación? Nos hemos encontrado con muchos casos así. Por tanto, eso es una advertencia también. Los hermanos nuevos que están llegando, ustedes, no se confíen en que pueden leer la Biblia, no se confíen en que pueden estudiarla con la seriedad y preocupación con que en el colegio estudiaron los libros de física y de química.

Para estudiar este Libro se requiere algo más que inteligencia, algo más que saber leer y escribir: se requiere tener el socorro de lo alto, se requiere un toque del Espíritu Santo al corazón, para que nos abra el entendimiento. ¿Está claro eso? Así que, por favor, nadie se confíe en sí mismo, nadie se confíe en su inteligencia.
Quedarse a mitad de camino
El problema de los judíos fue ese: ellos se quedaron en la mitad del camino. Como Dios les había dado los estatutos y los decretos allá en Éxodo, allá en el monte Sinaí, cuando Dios les había dicho: "Oye, Israel, los estatutos y los decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos, aprendedlos y guardadlos para ponerlos por obra" (Deut.5:1); ellos dijeron: "Ya, vamos a aprenderlos, vamos a ponerlos por obra, y los vamos a enseñar a nuestros hijos". Sin embargo, por preocuparse demasiado de la ley, de la Torá, ellos descuidaron este otro mandamiento: "Oye, Israel, YAVE nuestro Dios, YAVE uno es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Dt. 6:4-5). Un mandamiento les mandaba a estudiar los decretos y ordenanzas, otro mandamiento les mandaba amar a Dios con todo el corazón y el alma y las fuerzas. ¿Cuál de los dos mandamientos se apresuraron en cumplir? El primero. Pero no el segundo.
Pasaron los años, Dios tuvo que enviar profetas, uno tras otro, para hacerle ver al pueblo el error en que estaban cayendo. Y mire, lo que dijo Dios al pueblo al final de la monarquía hebrea -pasaron cientos de años- hablando a través de Jeremías, en el capítulo 2:8 de su libro. "Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová?" -es decir, ¡a los sacerdotes se les perdió Dios!-, "...y los que tenían la ley no me conocieron..." -¡los que tenían la ley conocían sólo la Ley! ¿Y qué más dice? - "...y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal..." Hermanos, ¿cuál es la queja del Señor aquí? En que todos se preocupan de las cosas externas, de estudiar la ley, de profetizar en otro nombre, de hacer todo el aparato religioso, cumplir las demandas religiosas, ¡pero lo olvidaron a él, lo descuidaron a él, lo rechazaron a él!
Versículo 12: "Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo YAVE. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua". ¿Cuál es el mal primero? "Me dejaron a mí". Hermanos amados, pudiera darse el caso de que nosotros tengamos toda la parafernalia religiosa, y mucho conocimiento bíblico, ¡y lo hayamos dejado a él!
Cristianos, éste es un peligro al que estamos todos expuestos. Hermano, ¿te sientes, o te has sentido en algún momento así, como habiendo abandonado al Señor, como habiéndole vuelto la espalda, como caminando a la deriva? ¿Sabes?, cuando eso ocurre, el enemigo está pronto para cazar, para morder, para herir. ¡Cuidado! El gran dolor del Señor es que nadie buscaba conocerlo a él. Todos estaban entretenidos en conocer sus hechos, en conocer sus palabras, pero no en conocerle a él.
Avancemos unas hojas más en Jeremías 9:23-24 - "Así dijo YAVE: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová..." ¿Qué pasaba en Israel? A juzgar por estas palabras, seguramente había sabios que se gloriaban en su sabiduría, había valientes que se alababan por su valentía, había ricos que se alababan por sus riquezas, pero no había nadie que se gloriara en conocer a Dios.
¿Cuál es tu motivo de gloria, amado hijo de Dios? ¿Conocer la Biblia? ¿Tener una buena religión? ¿Estar reunido en Centenario? ¿Tener una pluralidad de pastores? ¿Tener revelación acerca de ciertas cosas espirituales? No; sólo conviene alabarse en entender al Señor y en conocerlo.
¡Aleluya, esto es nuestra gloria! ¡En esto podemos alabarnos! Y no porque nosotros le hayamos conocido a él (por nuestro esfuerzo): Él se nos ha revelado a nosotros. No porque nuestro sistema de estudio bíblico sea mejor, no porque tengamos grandes maestros de la Biblia, sino porque todos en algún momento, hemos llegado a fracasar de tal manera que le hemos dicho al Señor: "A menos que tú no nos abras el entendimiento, no entenderemos; a menos que tú nos guíes, nos apartaremos; a menos que tú nos socorras, nos perderemos". ¿Le has dicho alguna vez así al Señor? (¡Amén!).
El Señor nos ha llevado por cierto camino, a través de ciertas circunstancias, con ciertas experiencias, en que hemos tenido una y otra vez que decirle: "Señor, si tú no extiendes tu mano, yo me hundo; si tú no me abres los ojos, yo no veré; si tú no tocas mi corazón, se endurecerá y se tornará soberbio". ¡Bendito sea el Señor, porque nos ha tocado, y nos ha abierto los ojos del entendimiento!
Hay un reclamo de Dios también en Romanos 1. Algunos versículos de ese capítulo dicen: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios...".
¿Cuál es el problema aquí, hermanos? El problema es que, habiendo visto las cosas visibles, habiendo conocido la creación de Dios, el poder de Dios, la deidad, la majestad de Dios reflejada en las cosas hechas, los hombres no fueron un poco más allá para decir: "¿Cómo es que esto fue hecho? ¿Quién hizo esto? ¿Quién es el maravilloso Ser que hizo estas cosas maravillosas?". No fueron más allá para decir: "Tiene que haber un Creador, hay que darle gloria a ese Creador". Los hombres se quedaron mirando la creación, las cosas visibles, se admiraron de las cosas perfectas que hay en la creación, ¡pero nunca le dieron gloria al Dios de la creación!
La contemplación de la creación debiera arrojar a los hombres tras la búsqueda de Dios. En tanto, el estudio sincero de las Escrituras debiera arrojar al hombre en brazos de Dios, y no dejarlo enredado en las profundidades y misterios que encierran. La gran invitación que hacen las Escrituras es que vayamos a Cristo. Sea donde sea que las tomemos, nos dirán lo mismo.
El problema es quedarse en la mitad del camino. Así también, los hombres que se glorían en el Libro, se quedan a mitad de camino. Porque la perfección y la hermosura de este libro habla de la perfección más grande, de la hermosura mayor, ¡del Creador de este libro! ¡Bendito es el Señor! Por lo tanto, nosotros abominamos toda corriente, toda enseñanza, que nos deje enclaustrados en un conocimiento meramente bíblico, porque creemos que tenemos que ir más allá. Tenemos que ir más allá de la Escritura, tenemos que ir al Dios que la inspiró y a Aquel de quien ellas nos hablan. ¡Bendito es el Señor Jesús!

La segunda "T"
Veamos la segunda "T". ¿Cuál es? El Templo, el lugar de adoración, el lugar santo. En Palestina había, de todas las ciudades, de todos los rincones, de ese hermoso territorio, una ciudad que las Escrituras declaran que es una ciudad santa: Jerusalén. Pero, dentro de la ciudad de Jerusalén, había un lugar todavía más santo. Allí, sobre una explanada preciosa estaba construido el templo.
Marcos 13:1 dice: "Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios". ¿Qué pasaría por el corazón de este discípulo, que dijo estas palabras? "Maestro, mira, ¡qué piedras, y qué edificios!". ¿Qué significa esa frase? ¡Admiración! Un discípulo diciéndole al Señor: "¡Mira, Señor, qué piedras, qué edificios!". Como para que el Señor se hubiese quedado: "¡Oh, sí!". (Ingenuo el discípulo...)
Amados hermanos, parece que el discípulo se esperaba un gesto de admiración del Señor, pero, ¿cuál fue la respuesta?: "Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada".
Ese templo, esos grandes edificios habían sido construidos por el rey Herodes. Y eran tan majestuosos y fastuosos que, aun ocupando mucha gente para que trabajara allí, habían demorado cuarenta y seis años en erigirlos. Ese era el orgullo de todo Israel. Muchos judíos pueden haber tenido una gloria muy mezquina al decir: "Ese es el edificio más importante de toda la tierra, porque es hecho de mármol, de piedras labradas, adornado con oro, etc". Pero, ¿sabe?, aun un judío piadoso podía decir: "Ese edificio, no precisamente por su hermosura exterior, es el edificio más importante de toda la tierra". Y, cuando decía eso, estaba diciendo verdad. ¿Por qué? ¡Porque Dios habitaba allí!
Hermanos, ¿dónde habitaba Dios en el Antiguo Testamento? En el tabernáculo, (cuando había tabernáculo), y después, cuando hubo templo, en el templo. A ver, si les pregunto, en el siglo VII a. de C., ¿dónde habitaba Dios? En el templo de Salomón, en Jerusalén. Alguien podrá decirme: "Oye, pero mira: el siglo VII a. de C. fue el comienzo del apogeo griego, allí comenzaron a aparecer los grandes filósofos, allí estaba el Areópago, allí estaba el templo de Venus, de Zeus, los templos de todas esas diosas y dioses". ¿Sabe?, eso no importa nada, eso no tiene ningún valor. ¡El lugar más importante de toda la tierra era el templo de Salomón en Jerusalén! ¡Porque allí habitaba Dios! ¡Eso es suficiente! ¡Gloria al Señor!
Ustedes saben, el templo de Salomón fue destruido por Nabucodonosor en el siglo VI a. de C. Después, se levantó un segundo templo, en tiempos de Zorobabel y aquellos colaboradores que tuvo (Esdras, Hageo, etc). Ese segundo templo también fue destruido. Y el templo de Herodes, el que vio este discípulo, era el tercer templo. Y este tercer templo también fue destruido, en el año 70 de nuestra era. Los judíos hasta el día de hoy lloran por el templo perdido. ¿Qué es el Muro de los Lamentos sino las ruinas del templo? ¿Qué van a hacer los judíos allí todos los años, en una cierta fecha? Ellos van a llorar. Ellos recitan las palabras del libro de Lamentaciones de Jeremías. Dicen: "Señor, tú nos has destruido, tus juicios nos han abatido, lágrimas corren por nuestras mejillas. Señor, ¿cuándo tendrás misericordia de nosotros? ¿Cuándo levantarás tu testimonio, cuándo pasarás tus iras y nos renovarás en misericordia?".
El templo... Una gran religión, como la judía, tiene (o tenía) un lugar sagrado.
Sin embargo, también Dios tuvo problemas con ese lugar sagrado, tan preciado para ellos, por causa de la dureza del pueblo. Si ustedes buscan Jeremías 7, van a encontrar que todo ese capítulo es una lamentación de Dios por causa de que ellos han puesto su confianza en el templo, pero su corazón está lejos de Dios. "Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. No fiéis en palabras de mentira, diciendo: templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este" (7:4-5).
Ellos cometían adulterio, ellos hurtaban, ellos mataban, juraban en falso, ofrecían incienso a Baal, andaban tras dioses extraños, ellos oprimían al huérfano, a la viuda, ellos derramaban sangre inocente... Sin embargo, ellos tenían su templo. Teniendo el templo, ellos se sentían seguros: Dios estaba allí, ¿quién les podría hacer mal? Ellos se burlaban de las naciones vecinas, se reían de los pueblos paganos. "¡Nosotros tenemos el templo, tenemos la habitación de Dios!" Sin embargo, lo que ellos no supieron -y esta es la advertencia para nosotros- que la habitación de Dios en ese templo, la permanencia de Dios en el templo dependía de algo: de la obediencia del pueblo.
Desde el momento en que el pueblo comenzó a apostatar, a apartarse del Señor, ya ese templo no fue un lugar grato para el Señor; antes bien, como dice el versículo 11 de este mismo capítulo: "¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre?". "La habéis transformado en cueva de ladrones". Así que, cuando el Señor miraba desde los cielos a Jerusalén, y miraba el templo, ya no se alegraba en él. Y así llegó un momento - poco después de estas palabras del Señor-, en que la nube del Señor, que estaba en el Lugar Santísimo, el Señor la quitó de allí. ¡La gloria de Dios abandonó el templo!
Cuando Dios abandona un lugar, ese lugar queda expuesto a la barbarie, al vandalismo, a Satanás. (¿Qué lugar será inexpugnable cuando Dios ya no vela sobre él?). Apenas Dios abandonó el templo, vino Nabucodonosor, lo destruyó, y después vino uno de sus lugartenientes y lo quemó, sacó las cosas sagradas, se las llevó a Babilonia. Ellos quitaron su confianza de Dios, y la pusieron en el templo.
Vean lo que dice Lamentaciones 4:1. "¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles". Oh, hermanos amados, ¿pueden percibir ustedes el lamento de Dios, el lamento del profeta, cuando ve la ciudad y el templo destruido? ¿Qué es lo que ve Jeremías con sus propios ojos? ¡Las piedras del santuario esparcidas por las esquinas de todas las calles! ¡Qué desgracia más grande! Es como para lamentar y llorar. La habitación de Dios había sido profanada por los hombres, por los propios sacerdotes, por los levitas. Y Dios ya no quiso habitar allí.
Una buena noticia
Sin embargo, nosotros tenemos una buena noticia, porque aunque el templo de Jerusalén fue destruido, el Señor tiene un nuevo lugar de habitación, indestructible. El Señor en cierta ocasión dijo: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Juan 2:19). Y la Escritura dice que se refería al templo de su cuerpo. Sabemos que su cuerpo fue llevado a la cruz. Pero al tercer día, el Señor Jesús levantó un nuevo templo, espiritualmente hablando. ¡Porque con la muerte y la resurrección del Señor surgió la iglesia, el Cuerpo de Cristo, la habitación de Dios en esta dispensación!
Hermanos nuevos, visitas que hoy nos acompañan, respóndanme: ¿Habita Dios hoy en Jerusalén, en ese lugar donde estuvo el templo de Herodes? (¡No!). ¿Habita Dios hoy junto al Muro de los Lamentos? (¡No!). ¿Habita Dios en la basílica de San Pedro en Roma? (¡No!). ¿Habita Dios en la abadía de Westminster en Londres? (¡No!). ¿Habita Dios en la catedral de Temuco? (¡No!). ¿Habita Dios aquí en Centenario 01154? (¡No!). ¡No! ¡No, hermanos, porque Dios habita en la iglesia! ¡En tu corazón y en mi corazón, en nosotros en conjunto que constituimos la iglesia! ¡Aleluya! ¡Gloria al Señor!
Algún hermano nuevo podría decir: "Voy a reunión a la casa de Dios". ¿Cuál casa de Dios? "Centenario 01154". Otro pudiera decir: "Hermano, voy a la casa de oración". ¿Cuál casa de oración? "Centenario 01154". ¡No, amado! Este lugar no es ni casa de Dios ni casa de oración: es simplemente un salón, donde se reúne el verdadero templo de Dios que es ¡la iglesia! ¡La iglesia, los creyentes, tú y yo, el conjunto de todos, amasados, amalgamados, hermanados, fusionados, somos la iglesia, somos el templo! ¡Bendito es el Señor!
Así que limpiemos nuestra fe, amados hermanos nuevos. No es éste un lugar sagrado, no. Por supuesto, si los creyentes están aquí, podemos ver la gloria de Dios. Pero si los creyentes se reúnen debajo de unos árboles a la orilla del río, ¡allí desciende la gloria de Dios! Si se reúnen en una cancha de fútbol, ¡allí desciende la gloria de Dios! ¡Donde sea! Este lugar es santo ahora, aquí, porque está la iglesia. Se va la iglesia, y es un lugar como cualquier otro.
Cuando se habla de 'casa de Dios' o 'casa de oración', todavía se muestra un resabio de la religión judía. En la región judía había un templo, había una Torá y había un templo. Pero en esta era de la iglesia Dios no tiene un templo físico donde habitar. En el libro de los Hechos, dice que los cristianos se reunían en "el templo y por las casas". Recordemos que esos cristianos eran judíos. Todavía no se había producido el desprendimiento, todavía los cristianos judíos estaban como tomados por un cordón umbilical del sistema judío. La iglesia en Jerusalén todavía tenía, por lo tanto, ripios de un pasado religioso, de una herencia judaica que nosotros no tenemos. Gracias al Señor, estamos limpios de eso. Los cristianos de hoy están limpios de toda herencia judaica. Desde los días de Antioquia en adelante (Hechos 13), y más aun, desde Hechos 15, en ese primer concilio de la Iglesia, se dejó en claro que había una diferencia fundamental entre la religión judía y la fe cristiana. Así que, amados hermanos, no nos equivoquemos.
No un lugar, sino adoradores
¿Se acuerdan de la conversación del Señor con la mujer samaritana? Son palabras muy sencillas, Juan 4:21 - "Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre". La mujer le había dicho: "Ustedes los judíos dicen que en Jerusalén es donde se debe adorar ... (porque ahí estaba el templo) ... nosotros creemos que es en este lugar donde se debe adorar." Pero el Señor le dice: "ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre ... Vienen días, la hora viene en que ni en este monte -donde estaban hablando ellos (tal vez el monte Gerizim) ni en Jerusalén adoraréis al Padre". ¿Por qué? Porque el templo de Jerusalén iba a ser destruido cuarenta años más tarde. Versículo 23: "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren".
Vemos que aquí queda claro que no hay un lugar santo, sino que hay hombres y mujeres santos, hay adoradores. Donde se juntan los adoradores, allí hay adoración. Si en tu casa se juntan los santos... ahí hay adoración. En Santiago, he estado en la cárcel de mujeres, un lugar donde nadie quisiera estar. Pero hay momentos, cuando se reúnen las mujeres creyentes allí, que ese es un lugar santificado, y desde allí sube la adoración a Dios. He llorado adorando al Señor allí con ellas. Hermanos, no se trata de lugares, se trata de adoradores. ¡Gloria al Señor!
Para terminar esta parte, veamos Hechos 17:24, por si alguno tiene dudas todavía de lo que estamos compartiendo. "El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas". ¿Quién está hablando estas palabras? El apóstol Pablo. ¿Es Pablo un hereje? ¿Es Pablo un falso maestro? No. Es el príncipe de los apóstoles, y él dijo a los griegos allí reunidos: "Porque Dios, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas". ¿Queda claro, hermanos, para todos nosotros? ¡Dios no habita en templos hechos por manos humanas!
Pero, fíjese, el templo que para los judíos era un lugar sagrado, era el lugar donde Dios habitaba y donde el hombre podía tener un encuentro con Dios, el templo también en muchos ambientes cristianos se ha transformado en exactamente lo mismo que el templo para los judíos. Lamentablemente, hay cristianos que piensan que el único lugar donde ellos pueden tener comunión con Dios es en 'el templo'. Entonces, lo arreglan, lo adornan, lo embellecen. Incluso le hacen ciertas subdivisiones al templo, para indicar que siendo ese templo santo, hay una parte, un sector, que es más santo que el resto, que es como el Lugar Santísimo, que es adelante, desde donde predica el predicador, ¡y ahí no puede entrar nadie! ¡Ay, si un niño se sube ahí! ¡La ira de Dios puede caer sobre él! ¡Ay, si sube al púlpito uno que no sea pastor! ¡Es peligroso, la ira de Dios puede caer sobre él!
Hermanos, ésa es una imitación burda, incorrecta, del templo de los judíos: con un atrio, un lugar santo y un lugar Santísimo. Para algunas congregaciones, pequeñas congregaciones, llegar a tener un templo es como alcanzar la mayoría de edad. Apenas se constituye una congregación, su primera aspiración es construir un templo. ¿No es eso extraño?
Hermanos amados, tenemos que ser sanos en la fe. Nosotros no juzgaremos mal a los cristianos que se esmeran por tener hermosos templos, pero tenemos que decir claramente que el templo puede transformarse en una especie de ídolo y en un objeto de confusión. Puede hacer creer a los cristianos que Dios tiene lugares físicos especiales donde él habita. Y la Escritura no nos permite a nosotros decir tal cosa. Dios no tiene lugares físicos hoy donde habitar.
Las paredes de un templo son demasiado frías, son demasiado duras. ¡En cambio, las paredes de tu corazón son cálidas! ¡Allí sí quiere habitar! ¡Allí sí habita el Señor! ¡Gloria al Señor! ¿Damos gloria al Señor por eso? (¡Amén!). ¡Te damos gracias, Señor, por haber venido a habitar en mi corazón, y por querer habitar en mí y en ti y no en un templo de oro! ¡Dios prefirió tu corazón a un templo de mármol! ¡Dios prefirió tu corazón a un templo de plata y de oro! ¡Dios prefirió tu corazón a un templo lujoso! ¡Gloria al Señor! ¡Bendito es su nombre, que nos levantó, que nos honró de tal manera!

La "T" de la tradición
Para terminar, la tercera "T", el Talmud. ¿Qué es el Talmud? El Talmud es un libro que contiene los comentarios que los rabinos judíos han hecho sobre la Torá. El Talmud reúne toda la tradición oral rabínica, de los grandes doctores de la ley, sobre la Torá. Ellos recogieron todos esos preceptos, comentarios, esas interpretaciones de diversas épocas, en un libro, que se llama Talmud.
El Talmud no son las Sagradas Escrituras; son comentarios o preceptos agregados a las Sagradas Escrituras. Un escritor judío cristiano que se llama Barry Rubin, dice que los judíos eruditos, los estudiosos judíos se glorían más en conocer el Talmud perfectamente, que en conocer la Torá. Es más apasionante.
Así que, desde hace mucho tiempo, la vida religiosa judía se apoya en una mezcla de Torá y Talmud. Pero hay un problema con el Talmud. El Talmud, cuando trata de explicar la Torá, en vez de aclararlas para que el pueblo las entienda bien, le agrega elementos que confunden más que aclaran. Este autor llega a afirmar: "Tristemente, la gente (los judíos) terminó enredándose tanto en la multitud de reglas y regulaciones religiosas, que algunos de los significados esenciales en la Torá se perdieron. La tradición oral prevaleció sobre la verdad". (p.148).
El Talmud representa lo que el hombre le agrega a la Escritura. En tiempos del Señor Jesucristo existía una fuerte tradición oral, y muchas veces él debió enfrentarla. ¿Se acuerdan cuando el Señor, en Marcos 7, recrimina a los judíos, porque ellos habían invalidado la palabra de Dios por las tradiciones? ¿Se acuerdan de esas palabras? ¿De qué se está hablando allí? En realidad, aunque no se usa allí la palabra "Talmud", cuando habla de las tradiciones, de los mandamientos de los hombres que ellos habían agregado a la ley, se estaba refiriendo a lo que se conoce como Talmud.
"Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición" (8-9).
Toda religión que se precie de tal tiene una tradición. Y esa tradición está escrita también: reglamentos, comentarios, interpretaciones. Sin embargo, la tradición no tiene su origen en Dios, sino en el hombre.
El Tamud enceguece
Mire, he aquí una cosa interesantísima que plantea Barry Rubin: ¿Por qué razón los judíos, en los tiempos del Señor Jesús, esperaban un Mesías político, poderoso, capaz de zafarlos a ellos del yugo romano, siendo que había varias profecías, como por ejemplo, Isaías 53, en que se decía que el Mesías sería como un varón de dolores, sufriente, como un cordero, que moriría y que resucitaría? ¿Por qué ellos no pudieron creer las profecías que hablaban de un Mesías sufriente que moriría y resucitaría? ¿Saben por qué? Porque las interpretaciones que el Talmud había hecho no contemplaban la venida de un Mesías como un cordero. ¡El Talmud los había enceguecido! La tradición oral había logrado opacar la Torá y los profetas y cerrar el entendimiento de los judíos respecto al Mesías.
Amados hermanos: ¡cuidado con 'nuestra' tradición! Han comenzado a escucharse entre nosotros frases como éstas: "En nuestros ... años de existencia..." ¿Qué significa esa frase? Que ya tenemos una tradición de ... años... ¡Cuidado! Con ese mismo predicamento, entonces, los hermanos tales o cuales podrán decir: "Nosotros, con nuestros quinientos años de historia..." ¿Qué es eso? ¡Tradición!
La tradición puede tejer una red de cadenas que nos aten al pasado, y que nos impidan ver la voluntad de Dios para este día. Las tradiciones nos atan a la manera como Dios obró ayer, y como que Dios tiene que estar obligado a actuar como lo hizo ayer. Así que, amados hermanos que se reúnen en Centenario, que tienen la revelación de Cristo y de la iglesia, ¡cuidado con vuestra joven tradición!
¿Han escuchado frases como ésta?: "Nosotros nunca lo hemos hecho así. ¿Por qué tendríamos que hacerlo?". "Nunca hemos cantado así. ¿Por qué tendríamos que cantarlo?". "Nunca hemos acostumbrado así. ¿Por qué tendríamos que hacerlo?". ¿Qué es eso? ¡Talmud!
Mire, cuando hay una congregación que no cree que el Espíritu Santo la esté dirigiendo, entonces tiene que asegurarse -a través de reglamentos, de leyes, de ordenanzas y tradiciones-, asegurarse un camino; porque si no, se pierde, se extravía, se confunde. Pero si hay una congregación de santos que creen ciertísimamente que hay Uno de arriba, el Espíritu de verdad que los guía, que los conduce, entonces no necesitan consultarle al pasado para saber cómo hacer las cosas hoy; ¡simplemente, le consultan al Señor! Hermanos, los que tienen tradición -y más encima, escrita- no necesitan preguntarle al Señor. Basta que miren atrás, y lean en el Reglamento: "En el artículo uno dice... ¡de esta manera tenemos que hacerlo!". Si fuera así entre nosotros, sería la mayor pérdida, porque ya el Señor no sería glorificado, y ya no necesitaríamos de Él.
Amados hermanos, en el mundo una institución es más o menos respetable si puede decir: "Desde 1845", o "Desde 1920". Nosotros, más vale que no digamos nada... Nosotros tenemos que servir a Dios en nuestra generación, y después, si a él le place, debemos desaparecer... ¡Que él nos interrumpa cuando quiera! Más que conformar una tradición, la iglesia debe irse zafando de ella, para ser dúctil a la guianza del Espíritu.
Lo más peligroso de la tradición es que se nos va pegando sin que nos demos cuenta de ello. Cuesta juzgarnos con objetividad, porque la tradición forma parte de nuestra subjetividad. Para romper este círculo debemos aceptar el juicio de otros, y el escrutinio permanente del Espíritu Santo.
No queremos las tres "T"
Muchos grupos cristianos se aferran a estas tres cosas, Otros se aferran a una o dos de ellas. Pero sea como fuere, eso significa descansar en algo menos que Cristo. ¡Nosotros abominamos de estas tres "T" cuando ellas impiden al pueblo de Dios depender exclusivamente del Espíritu y glorificar exclusivamente al Señor Jesucristo! ¡No queremos las Escrituras por sí! ¡Queremos al Cristo de las Escrituras! ¡No al templo como un lugar sagrado! ¡No! ¡Queremos a Dios que habita en la iglesia, que habita en el corazón de los creyentes! ¡No una tradición, no! ¡La dirección del Espíritu paso a paso, día tras día, constante, permanente! ¡Que el Señor tenga misericordia de nosotros! (¡Amén!).

¿Estamos dispuestos, amados hermanos, a decir: No a la Torá, no al Templo, no al Talmud? (¡Amén!). ¡Sólo Cristo nos basta! ¡Cristo es todo suficiente para nosotros!
Hermanos, ¡qué precioso es Cristo! Si algo que hace la gloria de la iglesia, la gloria de la reunión -aunque sea en un lugar pequeño, con tres o cuatro reunidos- lo que hace la gloria nuestra, la hermosura, la belleza, la luz que resplandece entre nosotros ¡es Cristo! ¡El día que lo perdamos a él, lo perdemos todo!
EL APOSTOL PABLO DIJO ESTAS PALABRAS:
TODO LO TENGO POR BASURA CON TAL DE GANAR A CRISTO !





INCLINEMOS POR UNOS SEGUNDOS NUESTRA CABEZA PARA ORAR !

SEÑOR TE DAMOS GRACIAS EN ESTA MAÑANA PORQUE SOMOS HOMBRES Y MUJERES ORDINARIOS; QUE EN NINGUNO DE NOSOTROS HABIA ALGO ESPECIAL QUE TU HAYAS VISTO CUANDO NOS LLAMASTE; AL IGUAL QUE ESOS DOCE HOMBRES COMUNES Y CORRIENTES QUE TU ELEGISTE Y QUE EN ELLOS NO HABIA NADA QUE PUDIERA SER ATRACTIVO AL OJO HUMANO; PERO TU ERES UN DIOS QUE VE EL CORAZON DEL HOMBRE, TUS NOS CONOCES, PORQUE TU NOS HICISTE, Y SABES NUESTROS MOTIVOS, TU SABES QUIEN ES SINCERO Y QUIEN NO ES SINCERA, TU ERES EL DIOS QUE ESCRUDRIÑA NUESTRO CORAZON; TU ERES EL DIOS QUE NOS CAPACITA Y NOS HABILITA, Y NOS ENVISTE DE PODER, Y SIN ESTE PODER NADA PODEMOS HACER.
HAY MUCHOS HIJOS E HIJAS QUE TIENEN ESTE PODER, PERO ESTOS NO TIENEN ESTAS HABILIDADES, NO TIENES ESTE VALOR, NI ESTA FUERZA, NI ESTE SENTIMIENTO DE SEGURIDAD, PORQUE EL ESPIRITU SANTO DENTRO DE ELLOS ESTA CONTRISTADO Y APAGADO, PORQUE LE HAN CAUSADO DOLOR POR SU PECADO, POR SU INCREDULIDAD, POR SU APATIA ESPIRITUAL, POR SU CONFORMISMO A ESTE MUNDO; SEÑOR PRENDE EN ELLOS LA CHISPA..
EL FUEGO DE LA REVOLUCION Y EL CAMBIO DE LA TRANSFORMACION ESPIRITUAL Y SOCIAL...

Y
ALLI DESDE TU LUGAR DILE A DIOS; AL DIOS VIVO !

SEÑOR MIO Y DIOS MIO, SOY UNA PERSONA TIMIDA, ESTOY CONFUNDIDO, PERTURBADO, DESORIENTADO, LLENO DE MUCHOS TEMORES,
E INSEGURIDADES HACIA EL FUTURO, TRAE A MI VIDA SEÑOR,
EL PODER DEL ESPIRITU SANTO ! QUIERO VIVIR EL RESTO DE DIAS EN PAZ; QUIERO QUE NADIE ME PERTURBE, NI NADIE CAMBIE MI CORAZON,
QUIERO CONFIAR EN TI EN ESTA MAÑANA; PORQUE CREO QUE LA SANGRE DE JESUCRISTO TU HIJO SANTO, QUE DERRAMO EN LA CRUZ DEL CALVARIO, ME LIMPIA DE TODA PECADO Y DE TODA MALDAD;
TE RECIBO JESUS ! COMO MI SEÑOR Y SALVADOR !
Y
DAME EL ESPIRITU SANTO AHORA ! PARA QUE MI VIDA SEA CAMBIADA, TRANSFORMADA Y PARA PODER VIVIR LA VIDA QUE TU QUIERES QUE VIVA PARA TI; PARA TU GLORIA JESUS. AMEN.





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